¡Fijáos que nombre más pomposo para una pizca de nada! Pero los franceses se han abrogado en éstas y otras cosas el derecho de dictar leyes; su uso ha prevalecido, y es justo asumirlo. Ésta es una salsa que sirve para el bistec. Triturad una pizca de perejil y para quitarle el amargo (como algunos sugieren) ponedlo dentro de la punta de una servilleta y esprimidlo ligeramente en agua fresca.
Después formad una pasta con mantequilla, sal, pimienta y zumo de limón; ponedlo al fuego en una fuente o en un plato y, sin hacerlo cocer, untad el bistec cuando lo saquéis de la sartén, o incluso las chuletas fritas.
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