ARTUSI: 47. Minestrone

El minestrone me trae a la memoria un año de agonías públicas y un caso particular mío.
Me encontraba en Livorno en época de playa el año de gracia de 1855 y el cólera, que serpenteaba por aquí y por allá en alguna provincia de Italia, nos tenía a todos con el miedo de una invasión general que después no se hizo esperar. Un sábado por la noche entro en una fonda y pregunto: -¿Qué tiene de menestra? -El minestrone-, me dijeron. -Bien, pues un minestrone- dije yo. Comí y, después de un paseo me fui a dormir. Había cogido un alojamiento en la Piazza del Voltone en una casita toda blanca y muy nueva regentada por un tal Domenici; pero por la noche empecé a sentir una revolución en mi cuerpo de asustarse; por lo cual paseos arriba y abajo por aquella habitación que en Italia deberían llamarse más propiamente "lugar incómodo" y no "lugar cómodo". -¡Maldito minestrone, ya no me pillas más!- andaba yo exclamando continuamente lleno de animadversión contra el que quizá era del todo inocente y sin culpa de nada.
Ya de día y sintiéndome extenuado, me fui en el primer tren escapando a Florencia, donde enseguida me sentí repuesto.
El lunes llegó la triste noticia de que el cólera había estallado en Livorno, y el primero afectado y muerto había sido Domenici. -¡En vez del minestrone!
Después de tres pruebas, siempre perfeccionándolo, así es como lo habría hecho a mi gusto (dueños de modificarlo según vuestro propio criterio y gusto de cada pueblo y según las verduras que ahí se encuentren):
Poned a hervir un caldo habitual y lo primero coced a parte en el caldo un puñado de judias desgranadas, es decir, frescas: si son secas dadles media cocción en agua. Cortad en juliana muy fina repollo, espinacas y poca acelga, ponedlos a remojo en agua fresca, después ponedlos a secar en una cacerola al fuego, escurriéndolos del agua con una rasera. Si se tratase de una menestra para cuatro o cinco personas, preparad un picadillo con 40 gr. de jamón graso, un diente de ajo, una pizca de perejil, hacedlo sofreir, después vertedlo en la cacerola junto con apio, zanahoria, una patata, un calabacín y poquísima cebolla, todo tortado en lonchas sutiles y cortas.
Añadid las judías, y, si queréis, alguna loncha de tocino de cerdo como hacen algunos, un poco de jugo de tomate o conserva, condimentado con pimienta y sal, y haced cocer todo con el caldo. Por último añadid arroz en cantidad suficiente para que el minestrone quede casi seco y antes de retirarlo echad en el mismo una buena pizca de parmesano. Os advertiré, sin embargo, que ésta no es una buena menestra para estómagos débiles.

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