El vino, como condimento, no es de mis favoritos, a menos que no se trate de vino de botella y de ciertos platos en los que es necesario por su carácter especial. Pero como los gustos son tan variados, que el que no gusta a uno puede gustar a otros, aquí tenéis un plato con vino.
Cortad el hígado en lonchas finas y freídlo así natural en sartén con aceite y mantequilla. Batid en una cacerola una cucharada de harina con buen vino blanco seco, para formar una mezcla muy líquida; cuando el hígado esté a dos tercios de cocción añadidlo encima. Terminad de cocerlo y condimentad con sal y pimienta.
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