Los hongos, por los principios azoados que contienen son, entre los vegetales, los más nutrientes. El hongo, por su perfume natural es una comida muy grata y es una gran pena que entre tantas especies se encuentren unas venenosas, las cuales sólo un ojo ejercitado y práctico puede distinguir de las inocuas; pueden ofrecer cierta garantía los lugares reconocidos por larga experiencia como exentos de peligro. En Florencia, por ejemplo, se hace un uso enorme de los hongos que provienen de los montes circundantes, y si la estación es lluviosa, comienzan a aparecer en junio; pero el fuerte de la producción es en septiembre. Para reconocer la verdad, es necesario decir que nunca ha estado sacudida por desgracias ocasionadas por estos vegetales, quizá porque las dos especies que casi exclusivamente se consumen son los boletos y las oronjas. Tanta es la confianza en su inocuidad que no se toma ninguna precaución a propósito, ni siquiera la que sugieren algunos de hacerlos hervir en agua con vinagre, cautela que por otro lado sería a cargo de sus propiedades. De las dos especies arriba indicadas, los boletos se prestan mejor para fritos y en salsa; las oronjas como los callos o a la parrilla.
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